Hablamos con Fernando Gutiérrez, ambientólogo, delegado provincial y técnico de la Federación Andaluza de Caza en Sevilla. Gutiérrez forma parte del comité de especialistas que asesora al proyecto LIFE Cerceta Pardilla en la evaluación de aspectos técnicos y socioeconómicos para la ejecución y puesta en marcha de las distintas acciones.
La participación de los sectores socioeconómicos es esencial para la conservación de la especie. Entre los grupos prioritarios se encuentran el cinegético, el agrícola y el de la acuicultura, por tratarse de los principales sectores que llevan a cabo actividades en los humedales, hábitat de la cerceta pardilla. Contar con la implicación del sector de la caza es fundamental para la protección de la especie y es uno de los valores fundamentales del proyecto.
¿Cómo puede contribuir el sector a la conservación de la cerceta pardilla y los humedales?
El sector puede contribuir de forma análoga a como ya se ha hecho en Andalucía con otras especies como el lince o el quebrantahuesos. En el caso concreto de la cerceta pardilla, es sabido que su declive se debe principalmente a la pérdida del hábitat. Por eso, la recuperación y mejora de estos hábitats debe ser prioritaria en la estrategia de conservación de la especie y resulta que esto es también una reivindicación del colectivo de la caza.
En el corto recorrido de este proyecto LIFE, ya hay sociedades de caza realizando una labor de interlocución con propietarios del terreno para llevar a cabo acciones de conservación de la especie. Además, el sector cinegético, entendido como sociedades de caza, titulares cinegéticos, cazadores, guardas, federaciones etc., puede contribuir en labores de vigilancia o monitoreo, de aporte de alimento en periodos críticos, realizando labores de sensibilización en favor de la especie o reduciendo la competencia interespecífica, entre otras.
Los ejemplos en los que la caza, cazadores y la conservación van de la mano son numerosos. Por citar uno, diré el caso del halcón peregrino en Norteamérica, que durante la segunda mitad del siglo pasado se encontraba en situación crítica por el uso indiscriminado de DDT, el compuesto principal de los insecticidas. La limitación de su uso, personificada en conservacionistas como Rachel Carson, a la que se sumaron cazadores, y unido al desarrollo de programas de cría en cautividad y reintroducción con técnicas cetreras que datan del Medievo, lideradas por cetreros como Richard Fyfe o Tom Cade, permitieron que, en 10 años, la especie volviese a reproducirse en la naturaleza en zonas donde llevaba extinta 40 años. Y 20 años después de este hito, fue sacada de la lista de especies en peligro y pasó a considerarse recuperada cuando la situación inicial era de menos de 40 parejas en Estados Unidos.
Otro cetrero, Félix Rodríguez de la Fuente, tocó conciencias llevando a la pantalla este programa de cría en el episodio “Operación Peregrino”. Actualmente, la población goza de tan buena salud que se permite a los cetreros norteamericanos el uso de ejemplares silvestres para la práctica de la cetrería.
¿Por qué es importante que los cazadores participen en proyectos de conservación de la biodiversidad como el LIFE Cerceta Pardilla?
Es vital para que el proyecto llegue a buen puerto: los cazadores custodian, gestionan y conservan un amplio porcentaje de los terrenos que constituyen el hábitat de la cerceta pardilla.
Son un elemento más del sistema, del territorio que comparten con la especie. Al igual que otros grupos como ornitólogos, fotógrafos de naturaleza, senderistas, naturalistas o ecologistas; son los que se deleitan o esparcen en un entorno natural, los que se preocupan por la conservación de los recursos de ese entorno.
¿Cómo se compatibilizan los usos socioeconómicos, como la caza, con la conservación de la especie y de los humedales?
Creando sinergias entre los diferentes sectores sociales y económicos del territorio. Para esto se necesitan administraciones valientes y que los diferentes sectores estén comprometidos.
Me voy a salir de las zonas húmedas y los patos para irme al interior andaluz con sus perdices y ejemplificar esto más gráficamente. En el municipio malagueño de Almargen, se puso en marcha una experiencia piloto promovida por los cazadores de la sociedad del pueblo que, preocupados por el declive de la perdiz y otras esteparias, decidieron pasar a la acción.
A grandes rasgos, consiste en pagar a los agricultores por unas franjas en los límites de sus parcelas que se manejan para favorecer la fauna y aumentar la diversidad de hábitat. Esta experiencia se encuentra dentro del Proyecto Rufa de la Fundación Artemisan y los resultados hasta ahora son muy esperanzadores, pero, ¿cómo se ha llegado hasta ahí? Con una sociedad de cazadores comprometida con la conservación y dispuesta a destinar recursos económicos, materiales y personales; pero necesariamente también con agricultores dispuestos a participar y que no pueden permitirse una merma productiva por lo que han de ser compensados económicamente. Y también con una administración local, el ayuntamiento, que ha hecho una clara apuesta por la conservación de su patrimonio natural frente a otras alternativas.
El furtivismo es una actividad que, como titulares cinegéticos, os afecta directamente y supone un gran impacto para algunas especies, como la cerceta pardilla. ¿Qué medidas crees que se deberían impulsar para acabar con esta práctica?
El furtivismo es una práctica que erradicar y que afecta al colectivo no sólo por robar un recurso natural, pero también es perjudicial cuando, en ocasiones, de cara a la sociedad y de manera errónea, se asocia este acto ilícito con la caza.
Las medidas deberían ser vigilancia y cooperación entre todos los que queremos conservar la cerceta pardilla para sacar a estos delincuentes del medio natural.
El proyecto realiza jornadas técnicas con los diferentes sectores para acercar la importancia de la especie y buscar su colaboración e implicación. Ya se han celebrado algunas de ellas, una recientemente en Sanlúcar de Barrameda con el sector cinegético. ¿Cómo son recibidas este tipo de jornadas por los cazadores y cómo pueden ayudar a generar espacios de encuentro y de diálogo?
Asistí a la que se hizo en Coria del Río y se reciben muy bien. Fue gratificante comprobar lo que intuía, los asistentes se mostraron muy participativos desde el principio. Creo que esta sensación es la que también se llevaron los organizadores, a los que desde aquí felicito por esta iniciativa.
Poner cara a quien lleva el proyecto, a quien censa a pie de campo la especie, al personal de la administración, escucharse mutuamente, intercambiar teléfonos y correos electrónicos o que se perciban las inquietudes de todas las partes, crea ese encuentro y ese diálogo que desembocan en empatía entre colectivos y con el propio medio natural, siendo esto el caldo de cultivo necesario para que todos nos involucremos en la conservación de la cerceta pardilla. No podemos olvidar que nosotros no somos más que otra especie en este planeta. Hoy es la cerceta pardilla, mañana podemos ser nosotros. Por tanto, es el momento de afrontar la lucha contra la pérdida de biodiversidad, que la ciencia señala se debe a causas humanas y que es tan grave que la consideran el sexto evento de extinción masivo de especies ocurrido en la historia de nuestro planeta.